18 julio 2014

Celestrail


            Tras muchos años visitando Andorra con motivo de que mis padres viven y trabajan allí, al fin hice mi primera ultra trail, el 11 de julio, en ese precioso país. 83 kilómetros y 5.000 metros de desnivel positivo me aguardaban.
            El viernes a las 7 de la mañana,después de trabajar, cogí  rumbo hacia Andorra junto con mi mujer. Empezó conduciendo ella para poder dormir yo un par de horas, después de estar toda la noche trabajando.
            Sobre las 16 horas aproximadamente llegamos a Andorra la Vella, comí algo y dormí otro par de horas en casa de mis padres.
            A las 23 horas ya me habían llevado a Ordino. Había bastante ambiente por las calles y sonaba la batucada. A las 22 horas dio comienzo la Mitic y en una hora comenzaría la Celestrail.
            Hacía fresco ya a esas horas así que me abrigué bien mientras esperaba que pasara el tiempo ansiosamente. Un cuarto de hora después accedí al control de salida, me revistaron las pilas de repuesto y teléfono móvil del material obligatorio. Ahora solo tocaba esperar.A las doce, con puntualidad, tiraron fuegos artificiales y, tras esto, pistoletazo de salida. ¡Al fin!.
            Salimos del pueblo recorriendo una cómoda subida por camino atravesando pueblos como La Cortinada ya con los frontales encendidos. Sobre el kilómetro 6, tras pasar Llorts, comencé la primera dolorosa subida de unos 6 kilómetros y 1.200 metros de desnivel con destino a el Clot del Cavall, bonita subida bajo la luz de la luna con neblina en el horizonte.
            Tras un mínimo descanso, en el Estret de l’Angonella, subida por una pendiente rocosa viendo neveros a mi lado y pasando por encima de alguno.Extenuado, al fin llego al Pic del Clot del Cavall. En este pico se alcanzan los 2.612 metros de altura. Tomo un poco de aire y comienzo bajada por un prado por el que da gusto pisar,  más abajo se convierte en pedregal y prado de nuevo, estos momentos son los que te enganchan al trail.
            En el kilómetro 17 se encontraba el primer punto de avituallamiento, en el Refugio Joan Canut. Ya se hacía necesario llegar a él  porque escaseaban mis reservas de agua. En este avituallamiento se encontraba tocando el famoso gaitero.
            Subida al Refugio de Comapedrosa y de ahí a Portella de Sanfons, donde se encuentran las pistas de esquí de Arinsal. Tras descender unos cuatro kilómetros, llegué al avituallamiento del Coll de la Botella dónde descansé unos minutos y comí para hacer frente a 15 kilómetros de llaneo y bajada hasta llegar a Escaldes.





           En Escaldes aprovecho para hidratarme, comer y sentarme un poco a reponer fuerzas. Ya quedaba menos de la mitad, pero las piernas se empezaban a cargar.
Aprovecho para llamar a mi padre y decirle mi hora estimada de llegada a Ordino, que sería entre las 16.30 y 17.
            Después del descanso toca retomar la marcha y, como no, después de bajada toca subida. Subida fuerte de adoquines que más tarde se convierte en pedregal. Un tramo de subida de casi 800 metros de desnivel desde Escaldes hasta llegar al Coll Novell.
Bajada que llega hasta la carretera de Engolasters,en la que aprovecho para recuperar un poco. Una pena no ver su lago.
            Tras circular un poco por asfalto volvemos a camino, ancho en esta ocasión. Sigo trotando,aunque no a gran ritmo, pero al que el cuerpo me dejaba en ese momento.
Cuatro kilómetros de prácticamente llaneo para llegar hasta el siguiente avituallamiento, en Les Pardines. Reposto y sigo al trote, cada vez cuesta más por esos ondulados caminos.
Algunos kilómetros después me encuentro con Xavi, un corredor con el que hago piña, y con el que finalmente llegaré junto a meta.
            Por una zona arbolada, siempre a la sombra, seguimos corriendo hasta llegar a la bajada a Canillo. Observamos nuestro nuevo objetivo: la subida al Coll de la Cauba. Cruzamos la carretera general y de nuevo toca apretar dientes y darlo todo en la subida. En estos momentos el cuerpo ya pide a gritos que pares pero sigues subiendo paso a paso, sin descanso.
            Al horizonte ya se otea el penúltimo avituallamiento; el de Armiana. Tenemos una bajada que hace delicias a nuestras piernas. Aunque ni el cuerpo ni la mente quieren, nos ponemos a trotar cuesta abajo a un ritmo que poco ya es.
            Descansamos un buen rato en Armiana. Ya estamos en el kilómetro 68. Queda poco pero no menos duro. 740 metros de desnivel positivo hasta llegar al Coll d’Arenes.
Nada más salir un repecho de pendiente dura que da lugar a una bajada. Esto es un calentamiento para lo que nos viene encima.


            Los últimos kilómetros hasta el Coll d’Arenes no tienen piedad; no hay momento al descanso, con el cuerpo ya en las últimas solo piensas en “lo bien que se está en el sofá” o “quién me manda meterme aquí”. Se hace interminable entre tramos de andar y tomar un respiro, pero todo acaba y al fin estábamos en el Coll d´Arenes, donde soplaba fuerte  viento.


            Cuando estas arriba y ves el precioso paisaje es cuando te das cuenta del porqué estás ahí  y  de que sí que merece la pena el sacrificio.Tuvimos que parar al menos un cuarto de hora por razones técnicas, pero daba igual, que más daba igual llegar un poco antes o después.


            Bajada por un bonito prado, donde vimos caballos y bueyes pastando.Ya tan sólo nos quedaba la subida al alto las Planes de Sornàs, la cual no era de gran dureza, pero ya cualquier cosa resultaba desesperante.


Todo bajada ya, veíamos cada vez más cerca Ordino. Ahora sí que estaba todo hecho. Encima mis padres y mi mujer estaban allí esperando. ¡Qué ilusión!.
            

Mi tiempo: 17 horas y 22 minuto. Algo más de lo esperado pero con terminar ya me doy más que por satisfecho. Una suerte encontrar un compañero de fin de carrera después de abordar tantos kilómetros en soledad. Grandes los voluntarios, que aguantaron frío y viento, y nos recibieron siempre con una sonrisa y muchos ánimos.
El Garmin casi aguanta toda la ultra, 6 kilómetros antes de meta lo paré por no tener batería
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