La III Ultra Trail Sierras del Bandolero ha tenido
lugar en Prado del Rey, el día 7 de Marzo a las 18:00 horas, con
límite de llegada el día 9 de Marzo a las 10:00 en la misma
localidad.
Un total de 40 horas para recorrer 148,800
kilómetros y un desnivel acumulado de 10.888 metros, por una sierra
bastante técnica.
Este año no pudieron acompañarme como el pasado,
mis amigos “los Jesuses” por motivos de trabajo. Esto no evitó
que el jueves visitara a uno de ellos y que el otro viniera a verme a
la salida con mi otro amigo Ismael, y a un tramo que llevaba a Jimera
de Líbar.
Quienes sí que me acompañaron fueron los murcianos
Jorge y Pedro, de “ultratrails.com” y de la “Ermita de Burgos”
respectivamente.
Junto con Jorge decidí correr por equipos, cosa que
se hacía por primera vez en esta edición, mientras que Pedro dijo
que nos iríamos viendo por el recorrido.
Amaneció buen día el viernes en Prado del Rey, y tras desayunar
nos dispusimos a terminar de hacer las mochilas: las dos que dejamos
en el de Ronda y Villaluenga y la que llevamos durante el recorrido.
A las 11 de la mañana, hora a la que comenzaron a
entregar los dorsales, ya estabamos preparados en la Plaza del
Ayuntamiento para recoger el dorsal y pasar la revista del material
obligatorio. Lo primero pudimos hacerlo, en cuanto a pasar la
revistar tuvimos que ir una hora más tarde, ya que aún no se
encontraba en el lugar el personal destinado a ello. También nos
informaron de que ya podíamos llevar las mochilas que se dejarían
en los puntos acordados.
Cuando más tarde regresamos para entregar las dos
mochilas y ser revistados tuvimos problemas porque la revisión del
material sería definitivamente antes de la salida de la carrera.
Después fuimos a comer un plato de pasta, ensalada
y a dormir la siesta.
A las 17:00 horas tocó diana, a ponerse guapos para
la ocasión, últimos retoques y llamar a la mujer.
A las 17:30 ya estaba a rebosar la Plaza del
Ayuntamiento. Allí me encontré a mis amigos Jesús e Ismael, que me
desearon suerte para la carrera y me recalcaron lo largo que tenían
los dientes por no poder hacerla. Su visita me hizo sentir querido.
Nos vemos poco por la distancia que hay entre Ronda y Elche, pero hay
amistades que nunca se pierden. Es una suerte.
Comencé la carrera con mallas piratas y camiseta de
manga larga.
Pasamos el control de material y fuimos a la zona de
salida. Allí noté algo raro en mi mochila, estaba húmeda.
Rápidamente la abrí y me percaté de que la bolsa de agua perdía
líquido por la parte que une al latiguillo, “mierda”. Tuve que
ir corriendo a un bar cercano a comprar botellas de agua y abandonar
la bolsa. Hidratarme iba a resultar un auténtico coñazo.
Entre tanto, quedaban minutos para que comenzara el
espectáculo. Los nervios estaban a flor de piel mientras sonaba la
canción de “Curro Jiménez” (banda sonora de la UTSB). Sonido de
trabucos y a correr.
Por suerte este año el tiempo nos iba a acompañar
en todo momento, ni una gota de lluvia en todo el recorrido, igualito
que el año pasado.
Dimos una vuelta completa a la Plaza del
Ayuntamiento y atravesamos Prado del Rey. Tramo con alguna cuesta en
su inicio y luego de bajada hasta El Bosque, donde los habitantes del
lugar nos dieron ánimos. Primer avituallamiento y comienzo del
primer tramo duro. Jorge y yo nos sacamos mutuamente los bastones de
las mochilas. Este año había aprendido algo del anterior y llevaba
bastones de mayor calidad (todo un detalle de Mama Noel).
Desde el primer momento había preciosos paisajes ,
verde campiña la de mi tierra, todo un lujo, pero comenzaba a
oscurecer y tocaba encender frontales y dejar de disfrutar de las
vistas.
En el avituallamiento del Puerto del Boyar
descansamos un poco. La parte que se avecinaba era muy técnica y
abrupta, no tan sólo la subida. La última bajada hasta Villaluenga
del Rosario ya sabía que era más de hacer un rapel, pero aquí las
cosas no son a gusto del consumidor, a sufrir toca, a sufrir a poner
velitas para no bajar hasta Villaluenga rodando.
Jorge estaba bastante ofuscado, gran parte por mi
culpa, por no informarle bien de lo duro y poco corrible en muchas
ocasiones del recorrido. Él es más de correr y no había disfrutado
demasiado de momento.
Nos preguntábamos que sería de Pedro. No nos lo
habíamos cruzado en ningún momento de la carrera, cosa rara. Al
final de la bajada de Villaluenga lo vimos, y decidió unirse a
nosotros para el resto de la carrera, cosa que nos dio gran alegría.
Venía de hacer la primera parte del recorrido solo y eso es duro.
Recorrimos Villaluenga hasta llegar al punto de
avituallamiento. Repostaje, algo de tiempo para que Jorge se pusiera
unos “comped” en los talones que los llevaba tocados y a
continuar.
Por los Llanos del Republicano había fuerte viento,
subida técnica con mucha piedra en el puerto del Correo y nuevo
descanso en el refugio de los Llanos de Líbar, punto kilométrico
41,300. Allí tomamos un colacao y unos sobaos y proseguimos la
marcha.
Después subidas y bajadas hasta llegar a
Montejaque, caminito a Ronda mientras veíamos como amanecía el día.
La llegada al polideportivo de Ronda nos dejó con
la alegría de estar al fin el kilómetro 60... y aún con 90 por
delante, “paciencia, paso a paso...,” eso es lo que pasaba por mi
mente.
Cambio de indumentaria, camiseta y mallas de maga
corta, manguitos, gafas de sol y gorra, hay que protegerse bien.
Nos aventuramos a trotar a la salida de Ronda,
Alameda, Plaza de Toros y bajada a la cuesta del cachondeo, desde
donde se observaba el Tajo. Ronda, siempre serás uno de los pueblos
más bonitos y auténticos de Andalucía.
El trayecto desde Ronda a Benaojan iba en gran parte
paralelo a la vía del tren, por un camino ancho y corrible. Los tres
nos sentíamos con energía para trotar, pero los problemas en los
pies de Jorge se acrecentaban.
En Benaoján después de pasar por todo el pueblo y
una calle en la que se encontraba instalado el mercadillo semanal y
los viandantes nos miraban con extrañeza, “¿de dónde habrán
salido esos locos?” nuevo punto de avituallamiento.
El avituallamiento no tenía demasiado para comer y
ya el cuerpo pedía algún alimento que no fuera magdalenas, sobaos o
fruta.
El tramo hasta Jimera de Líbar transcurrió por una
senda con bonito paisaje en la que también el cuerpo pedía correr.
Mientras la transitábamos vi a lo lejos andando hacia nuestra
posición a Jesús, “¡vaya alegría!”.
Se quedo junto a mi a
retaguardia y estuvimos al menos 6 kilómetros dándonos novedades de
nuestras vidas y el trabajo.
Kilómetro 84,600 el de Jimera de Líbar. Ya
llevábamos tiempo restando kilómetros, 10 más y llegamos a Cortes
de la Frontera. El andar de Jorge se hacía doloroso del mero hecho
de verlo, tendría que estar sufriendo mucho.
Después de pasar Corte,s de nuevo Llanos de Líbar,
Puerto del Correo y Llanos del Republicano.
El Puerto del Correo fue tortuoso, comenzó a
atarceder en los Llanos del Republicano y a Jorge no le funcionaba el
frontal. A perro enfermo todo son pulgas.
Pedro y yo intentamos por todos modos que no
abandonara pero, cuando llegamos a Villaluenga y le vimos los pies,
nos dimos cuenta que era lo mejor. Qué rabia que después de 107,2
kilómetros juntos no pudiéramos seguir los tres.
En Villaluenga me cambié de calcetines y me puse
mallas largas, camiseta interior y otra de manga larga, junto con el
chaquetón. Un éxito el regalo de mis padres.
Cuando comenzamos la subida a Grazalema desde
Villaluenga, nos acordamos de Jorge. Habría sido una tortura para él
este tramo lleno de “pedrolos”, como nos comentaría otro
corredor: “Parece que han llovido meteoritos por esta sierra”.
A todo esto, yo comenzaba a tener molestias en la
parte superior de la rodilla izquierda. Pero había que tirar para
adelante, Jorge nos pidió que debíamos terminar y así debía de
ser.
Pasaron lentos los 11 kilómetros que separan
Villaluenga de Grazalema. A pesar de esto, tratamos de aumentar el
ritmo para que no nos pillaran fuera de tiempo.
Comimos algo de arroz en Grazalema, y cafeína para
no quedarnos dormidos y a andar.
De Grazalema a Benamahoma perdí la cuenta de los
tropezones que pegué. Era la segunda noche y el cuerpo pedía ya
descanso.
El tramo de Benamahoma a El Bosque parecía no
acabar nunca, y más después de bajar y subir escalones, pasar de un
lado al otro del río y atravesar el pueblo de principio a fin.
De El Bosque a Prado del Rey seguimos a buen ritmo,
pero sabiendo que ya estaba todo hecho, que la misión iba a ser
cumplida aunque en mucho más tiempo de lo esperado, pero, ¿qué más
da?. Lo importante era terminar, entrar por el arco de meta antes de
las 40 horas. Ya habrán otras ediciones o pruebas para hacerlo mejor
y más rápido, y entero al ser posible.
Y así fue, 38 horas y 51 minutos más tarde
llegamos a la Plaza del Ayuntamiento de la localidad gaditana de
Prado del Rey, y allí estaba Jorge esperándonos para darnos la
enhorabuena, como el dice andando como el “cojo manteca”. Habrán
más carreras.
Ahora a recuperarse bien para la próxima, ah y que
a mi mujer se le pase el disgusto de haber sido abandonada un fin de
semana entero jejejeje.
Este año mi Garmin no se mojó, pero me jugó una
pasada, cuando en el avituallamiento de los Llanos de Líbar lo paré
para ponerlo a cargar un rato, al encenderlo había desaparecido el
trayecto que llevaba hecho. Al cargarlo en la página de Garmin en
casa ese recorrido no aparece. ¿Maldición gitana?.
Como en la pasada edición un 10 para la
organización y voluntarios. A mi criterio faltó algo mas de comida
pero por el precio de inscripción no se puede pedir demasiado más.