La “V
Subida a El Portazgo” ha tenido lugar el día 23 de febrero, en la
localidad murciana de Cieza.
En esta ocasión me evite el madrugón
relativo al desplazamiento, ya que hice noche en Cieza con mi mujer,
se agradece poder estar más tiempo descansando y en la mejor
compañía.
La carrera comenzó algo más tarde de
las 9:30 horas, siendo la llegada y meta en el Campo de Fútbol de
Las Eras. Mañana fresca ciezana, pero pronto entraríamos en calor.
En esta ocasión me tomé la carrera
con más tranquilidad, empezando de menos a más, sin darle vueltas a
la cabeza y sin complicaciones, estrategia que me vino bien para no
terminar demasiado forzado.
Iniciamos el recorrido pasando por
encima de un puente colgante, divertida la prueba de fuego, subida
progresiva y corrible hasta la ermita, donde esperaba un grupo de
personas para animarnos.
Según iba bajando de la ermita se
veía en el horizonte El Portazgo.Ya había quedado salvado el
primer escollo, tocaba recuperar e ir
cogiendo aliento.
Ahí estaba el cortafuegos que llegaba
a la cima, tocaba andar, apretar dientes y apoyar las manos en los
cuádriceps en los momentos necesarios.
Al coronar El Portazgo ya se veían
corredores que hacían el recorrido de vuelta, envidia sana, yo como
mortal aún tenía que bajar hasta el puesto de avituallamiento,
donde se daba la vuelta y de nuevo cuesta arriba para volver
a hacer cima. Entonces inicié la bajada de la sierra de oro.
Mientras sufría un tramo de bajada
técnica que daba a una senda en la que pude subir el ritmo, ya
estaba en mi mente la última subida que quedaba por hacer, la Atalaya. De ella me habían hablado mis amigos Jorge de ultratrails.com y Caye de
Ermita de Burgos. Ellos también corrían. ¿Sería para
tanto?.
La Atalaya supuso ser una auténtica
vía de escalada, poco a poco, paso a paso, en una pared que no
parecía acabar nunca…, debía haber llevado el arnés y el ocho. Pero como todo, se acaba terminando, y por unos segundos paré a
disfrutar de unas maravillosas vistas.
Sin prisas en el descenso,que era tan duro
como la subida y ya no merecía la pena arriesgar: Lo importante es
llegar ileso.
Al volver a cruzar el puente colgante
ahí estaba mi mujer para animarme en mis últimos pasos. Ya estaba
en meta.
3 horas y 35 minutos para recorrer 26
kilómetros y 1.600 metros de desnivel positivo. Aunque según mi GPS
y el de más de un corredor fueron casi 28 kilómetros.
Un 10 por la organización, si hay que
poner algún pero, falto poner carteles indicadores de los puntos
kilométricos. No obstante, en todo momento se informaba de la
situación en los puntos de avituallamiento y en el plano que venía en
el dorsal.