18 marzo 2013

II Ultra Trail Sierra del Bandolero

Para iniciar esta aventura en la sierrra de Cádiz y Málaga, en primer lugar tuve que coger un autobús en Elche con destino a Marbella en la madrugada del jueves 7 marzo, de allí autobús dirección Ronda, donde me recogerían mis amigos Jesús G. y Jesús M.
Ronda me recibió con una fuerte lluvía de costado. En el bar de la estación de autobuses, donde trabaja la mujer de mi anigo Jesús G., y compañero de fatigas de principio a fin en Bandoleros, degusté un buen bocadillo de "carne mechá" mientras llegaban mis amigos, ¡cómo echaba de menos las cosas de mi tierra!. Poco después llegaron mis amigos antes mencionados en compañía de Pedro e Ismael, a los que también hacía bastante tiempo que no veía y pasamos un rato más que agradable, concienciándonos de lo que esperaría el día siguiente.
Pasé la noche en Ubrique en casa de mi amigo Jesús M, aunque no dormí todo lo que me hubiera gustado lo hice plácidamente.
Tras una mañana en Ronda visitando mi antiguo lugar de trabajo, con antiguos compañeros, y donde me sentí como en casa regresamos a Ubrique a preparar las mochilas, ataviarnos con las prendas deportivas reglamentarias, comer nuestra ración de hidratos de carbono y poner destino a Prado del Rey.
Aquí hago un inciso para hablar sobre la climatología que tuvo lugar los días previos a la carrera. Llovió por toda la seranía de manera incesante desde días atrás, por lo que la organización de la carrera, para seguridad los participantes, se vió obligada a cortar parte del recorrido, debido a la crecida del río, que se encontraba desbordado por tramos y hacía inaccesible el paso. Por lo que en principio el recorrido sería de 120 kilómetros.
Sobre las 16:30 horas llegamos a Prado del Rey, recogimos el dorsal, la bolsa del corredor (riñonera con botes, camiseta y demás) y entregamos las mochilas que la organización dejaría en Montejaque y a la vuelta de Villaluenga del Rosario.
Hecho todo esto, y con los nervios típicos de cada carrera, no quedaba otra que esperar a que pasara el tiempo.
Pasamos el control de la organización, donde nos pidieron que enseñaramos la manta térmica, chaquetón con capucha y frontal, tras lo que entramos en la zona de salida.
Por megafonía sonaba la gran banda sonora de Curro Jiménez, la tensión se palpaba en el aire, la ansiedad porque los trabucos dieran la señal de salida de una vez, y pocos minutos después de las 18 horas así fue.
 
Momentos antes de la salida con compañeros de fatigas

Se vislumbraba alguna que otra nube cuando salimos dirección a El Bosque, animados por el gentío presente en la salida, aún no eramos conscientes de lo que nos esperaba. El recorrido fue cómodo hasta El Bosque, pasamos por los Llanos del Campo, y poco después empezó la fiesta. Lluvía, viento y niebla en la subida al Puerto del Boyar, pronto empezaron las penurías, empapados, con una fuerte lluvía que te daba en la cara, con todos los sentidos puestos en buscar las balizas, viendo cómo había gente que se perdía fisicamente y en espíritu. Nadie dijo que fuera a ser fácil.
Mil perdones al medio ambiente, pero mis bastones se rompieron y quedaron en algún lugar del camino, habrá que comprar algo de más calidad para la próxima.
Andando sin parar un momento, ya que con tal cantidad de barro se hacía compliacado correr, llegamos a Villaluenga, paramos en el avituallamiento el tiempo mínimo indispensable, no queríamos entrar demasiado en calor y acomodarnos, salimos tiritando de frío y nos animamos a trotar un poco para entrar en calor. Poco duró el trote, solo hasta llegar de nuevo a los caminos, caminos que algunos parecían ser afluentes de río.
Con más pena que gloria pasamos el Puerto del Correo, los Llanos de Líbar, que más bien parecían arrozales de Vietnam, llegada al Refugío con pequeño alto para tomar algo y seguir camino hacía Montejaque, sólo quedaban 9 kms. para llegar. Cuesta arriba, cuesta abajo y allí estaba, llevabamos ya 50 kms. en algo más de 11 horas, no es lo que me esperaba pero visto las condiciones metereológicas y del terreno poco más se podía pedir. Allí estaba la mujer de Jesús con su suegro, esperando a su llegada. Es cuando nos enteramos de la cantidad de gente que estaba abandonando, incluso entró un corredor que había dicho oir que se suspendía la prueba, habladurías, menos mal, después de lo que llevabamos hubiera sido una pena. Aprovechamos para ponernos ropa seca, comer algo, incluso me cambié las zapatillas. En lo físico estar sobre nueve horas mojado causó mella, me había irritado las ingles por completo, vaselina y a seguir sufriendo. También me dolía entre la parte superior del gemelo y el nervío de la corva de la pierna derecha, pero había que continuar.

  Llegada a Montejaque

En el trayecto hasta Cortes nos amaneció, una bendición ver el sol, y la lluvía nos dió un descanso. En Cortes comimos algo de pasta y continuamos ruta, algunos kilómetros después nos cruzamos con Super Paco, que iba dirección Cortes, vaya tio más grande.
La vuelta hasta pasar el Puerto del Correo se me hizo muy dura, cada vez me dolía más la corva, y empezaba a notar molestias en los empeines de los pies; el esfuerzo pasa factura.

Llanos de Líbar

Parecía interminable pasar el Puerto del Correo y la subida a Villaluenga, menos mal que tenía una amigo
como compañero de aventura para apoyarnos mutuamente.
En Villaluenga me puse calcetines, camiseta y cortavientos seco, aunque hay que decir que esa mañana llovió poco y por ratos, comimos, curamos nuestras heridas y a continuar.
Empecé a encotrarme un poco mejor y subidos dirección Grazalema a buen ritmo, e incluso trotamos un buen rato.
En Grazalema comimos un poco de pasta, hicimos la correspondiente llamada telefónica a la mujer para que esté tranquila y vuelta al combate. Grazalema se despidió de nosotros con lluvía, como no podía ser de otra manera.
Contínuamos nuestro peregrinaje dirección Benamahoma, parecía que no pasaban los kilómetros. En Benamahoma un poco de radio salil en spray para mi maltrecha corva, gentileza de los servicios médicos y seguimos hasta el Bosque, donde paramos casi media hora, más de la cuenta, me costó arrancar.
El resto del camino fue casi agónico, dolores, cojeando a ratos, ya no sabía si iba despierto o dormido, viendo como pasaban las horas pero poca la distancia. Viendo mi penoso caminar mi compañero de penurias me cedió sus dos bastones, agradecido le estoy aún. Ultima y no menos dura subida hasta un Prado del Rey que parecía que no iba a dejarse ver nunca, un ratro de almas en pena como nosotros se veía por el pueblo, llegué a meta con pocas ganas de celebrar la víctoria. Finalmente 31 horas 23 minutos, aunque que más da, con llegar era suficiente Según el GPS de mi binomio 134 kilómetros y 5700 m. de desnivel positivos, habrá que hacer media con lo que dice la organización. Medalla, diploma y una bonita chaqueta.
Cuando llegué al pabellón para ducharme no podiá ni apoyar ni el pie, tenía lo mas parecido a "un huevo" en la corva, lo primero que me vino a la cabeza es que como me viera la mujer la pierna así se acabaría el correr por una temporada, pero radio salil, ibuprofeno y al día siguiente la inflamación se bajo al resto de la pierna, pierna hinchada pero movible, y casi podía caminar en perfectas condiciones.
Tras la ducha al coche a dormir a esperar a mi amigo Jesús M., que entratría poco después, había pasado una semana con fiebre y eso se paga. Nos quedamos durmiendo en el coche en mitad del pueblo hasta las 11 de la mañana.
Mi GPS Garmin sólo aguantó 17 horas de trayecto, encima se empañó la pantalla, y quedaron gotas por dentro, menos mal que está en garantía, espero no perderlo por mucho tiempo.
Nada que reprochar a la organización, con viento, lluvía y niebla es imposible que alguien no se pierda, quizás algunas luces frías en el balizamiento por la noche, pero es fácil hablar. En cuanto a los voluntarios de 10, gente cortés y amable, no se les puede pedir nada más.
EL domingo a las 20 de vuelta a Elche, entre autobus Ronda - Marbella, y Marbella  - Elche hasta las 9 de la mañana del lunes no llegué, pero dormir dormí bien en el autobús, no se como hubiera llegado a Elche conduciendo en ese estado.
Después de una semana de desecanso hoy he tenido mi primera salida de relax, con un leve pichazo en la corva aún, pero nada importante. A por la próxima.